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Chicharro, verdel y otros pescados del batel de Joxe Miguel

Dice la canción que en el batel de Joxe Miel hay chicharro y verdel. Señal de que pescaba en primavera. A este pescador del puerto donostiarra le escribieron estas palabras por ser arrogante y exagerado, pero en su cesta no había ni bonito ni anchoa. Dos pescados que siempre han ocupado un lugar destacado en la gastronomía vasca, a diferencia del verdel y del chicharro. Cosas de ser barato. Sin embargo, algo sabría Joxe Miel, porque la tendencia ha cambiado con los años y esto cuatro pescados llenan muchas hojas del recetario.

El verdel marca el inicio de la primavera y suele estar en su mejor momento entre febrero y mayo. Es un pescado de gran calidad y sabor, con un precio asequible; un tesoro que se puede comer de infinidad de maneras. En el pasado, los pescadores vascos no tenían costumbre de pescar verdel porque le tenían poco aprecio culinario y en esta época el besugo o la merluza les daba más rendimiento. Cuando volvía en invierno lo tomaban para conservas, cebo o abono de los campos. Con la escasez de algunas especies habituales, sin embargo, ha ido cobrando protagonismo y en la actualidad es una de las principales campañas. Los pesqueros de bajura lo capturan con artes de pesca sostenibles en el Cantábrico, principalmente, mientras esperan en la captura de la anchoa.

Para comer en un bocado o como ingrediente de conocidos pintxos, la anchoa es otro de los pescados de la estación de las flores. Su pesca suele comenzar con el año, pero las mayores cantidades se recogen entre abril y junio, justo cuando salen a la superficie en busca de alimento. Es un pescado azul, los más apreciados y sabrosos son los del Golfo de Bizkaia. Fritos, rehogados, maridados, en revuelto… la anchoa es muy apreciada en la cocina vasca, tanto fresca como en conserva. La peligrosa reducción de la biomasa hace que su pesca esté limitada, por lo que la industria conservera la importa de otros lugares, mientras que unas pocas conserveras de aquí la trabajan artesanalmente. Antes de meterlos en botes de cristal, se sazonan durante ocho meses, después los limpian y se guardan en aceite.

El chicharro es uno de los peces más comunes de nuestra costa y ha sido un alimento básico de las poblaciones pesqueras vascas. Se le consideraba el pescado de los pobres porque es muy común y tenía un precio razonable, sin embargo, al escasear otras especies fue ocupando un lugar en el recetario, pasando a convertirse en su columna. Es una alternativa barata al besugo, que casi ha desaparecido de nuestras costas. Tiene una carne sabrosa, viva, no es muy jugosa pero tiene un gran valor nutricional. La época ideal para consumirlo es de abril a octubre. Se suele comer fresco, las piezas grandes brillan asados al horno; mientras que las más pequeños se suelen destinar a la industria conservera.

De junio a octubre también es la época del bonito den norte. Una de las estrellas de la cocina veraniega, protagonizada por una infinidad de platos, como un bonito con tomate. Tiene una carne clara, casi blanca, de toque fino, con un sabor muy bueno y fuerte. La ventresca, la parte inferior de la cabeza, es la más apreciada. Si no se come fresco, se emplea para hacer conservas artesanales, en escabeche o en aceite, y así consumirlo fuera de temporada en cualquier momento del año.

Los túnidos han sido explotados por los pescadores vascos desde hace mucho tiempo, más aún, han sido pioneros en el uso de diversas técnicas. La flota vasca de bajura los captura tanto en el golfo de Bizkaia como en aguas adyacentes, uno a uno, sin red, con los instrumentos tradicionales autorizados: caña o cebo vivo y cacea o curricán. Así, además de mejorar la calidad, se garantiza la sostenibilidad de las pesquerías y la pervivencia de los recursos marinos. Los de mejor talla y frescura suelen recibir el distintivo Eusko Label en el mismo puerto.

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