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Anastasio Jesús Vitorino Eguren Ugarte

Viticultor

San Vicente de la Sonsierra, 1934

Es la quinta generación de ‘Eguren Ugarte’, situada en el pueblo alavés de Páganos, Laguardia. 

Recuerda Vitorino, tal y como es conocido en el mundo vinícola, que su tatarabuelo vendía manzanas y castañas en Araba, proveniente de Bergara, de donde es oriunda su familia.

Presume de ser “un todoterreno”. “He hecho de todo”, apunta; y siempre rodeado “de buena gente”. Concretamente, a los seis años comenzó a trabajar en el campo, descargando sacos de trigo. Recuerda que en sus inicios en el sector del vino, incluso vendía el preciado líquido cuando se hallaba en el servicio militar. “Al principio realizaba maceración carbónica; hacíamos de tres tipos, unos de 15º otros de 13º y de 11º”, recuerda el viticultor. “Toda esa producción la vendía por Gasteiz. El reparto era en bicicleta, con un remolque donde llevaba cuatro garrafones y una en la parrilla. Ahí empecé a ganar dinero”.  

“Compramos una lonja y la pagamos en seis meses, luego ya tuvimos el camión y también empezamos a comercializar el orujo de Galicia”, indica. Así, fueron abriendo hasta catorce tabernas y su mujer disponía de once; todas ellas llamadas ‘Eguren’: “Servíamos vino y cazuelitas de bacalao. Ahí fue prosperando nuestra economía y, todo ello, construido con mis propias manos”. 

La evolución de empezar a desarrollar otros vinos fue junto a su hermano y, cuando se abrió el mercado europeo, comenzaron a elaborar crianzas y otros tipos, exactamente, en el año 1983: “Al principio no encajaron, pero íbamos exportando al extranjero”, señala. 

Su evolución ha ido de la mano de la elaboración de distintos caldos y ampliando ‘la familia’, siempre escuchando lo que pide el mercado, en el que la tendencia ha sido la de crear vinos “de más fuertes a más frescos”. Este alavés valora la limpieza que han realizado las bodegas, el proceso de poda y la maduración de la uva en estos últimos años. 

Respecto a la presencia de vinos blancos en las cartas de Euskal Herria, lo ve “limitado”: “Nos falta poner en valor el territorio; la gastronomía, unida al producto local, tiene un punto de mejora y, asimismo, poder trabajarlo. Poner en valor el KM0, tal como se hace con otros productos, hará que tenga fuerza tanto para el restaurante como para el vino”.  

Finalmente, su visión acerca de la gastronomía vasca es la siguiente: “Es lo más importante que tenemos, basándonos en el ‘slow food’ y la esencia”.