
Divulgador de vino
elorrio, 1972
Ha sido pionero en la divulgación del vino en euskera. Habitual en medios de comunicación como ‘ETB’ o la productora ‘Bainet’ de Karlos Arguiñano, Garaizabal compagina dicha faceta con formaciones que imparte tanto a profesionales como a personas aficionadas a la enología.
Estudió hostelería en la escuela de Leioa, pero se decantó por el mundo vinícola. Después de una formación en Laguardia, le entró la pasión por los vinos, por lo que en 1998 se fue a Madrid a estudiar la profesión de sommelier a la Cámara de Comercio. En aquellos años esa era la única manera de formarse en ello.
A la vuelta, le invitaron a impartir un curso en su idioma materno, el euskera, ya que había una gran carencia en ese tipo de formación. Afrontó el reto y fue pionero en la creación de una terminología específica y en 2004 se animó a escribir un libro incluyendo una lista de vinos de Euskadi: ‘Euskal Herriko Ardoak: Mahatsaren orpotik dator’ significó la primera publicación que se escribía sobre el vino en euskera, una gran novedad para la época.
Más tarde llegaron otras publicaciones como, por ejemplo, el del txakolí, bebida que actualmente goza de una buena salud, pero que en aquel entonces era de una opinión dispar.
Garaizabal comenta que hay prejuicios para con el vino vasco: “En los restaurantes de alta cocina de aquí, se consumen vinos de Jerez, de Burdeos o de Italia, se trasmite la importancia del km 0 en el producto por parte de los chefs, pero en bebidas no pasa lo mismo”.
En sus reflexiones ve “una falta” de someliers y “una carencia” en la valoración de la figura de la sala, ya que la gente en general desconoce los nombres de los maitres del restaurante. “Eso lo echo en falta”, apunta, a la vez que reflexiona: “Para algunos la gastronomía son solo los restaurantes o los cocineros, pero tendríamos que dar valor a los caseríos, al producto y a las amonas. Potenciar el primer sector con toda la calidad que tenemos, desde la huerta navarra al vino de la Rioja Alavesa. Todo ello, tendiendo la mano al relevo generacional, sin jóvenes agricultores nos quedaremos sin futuro en ese sector, ya que nuestra gastronomía es nuestro tesoro”.
Por tanto, Garaizabal cree que deberíamos “vender mejor” lo nuestro, ya que hay “un gran turismo gastronómico”.