1.- Denominación:
Caramelos de malvavisco.
2.- Antigüedad, tradición, saber hacer:
Según la tradición, Blas de Sebaste subió a los altares por su don de curación milagrosa, que aplicaba tanto a personas como a animales. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Su culto se extendió pronto por toda la iglesia. Es costumbre popular en todo Euskadi, invocarle para remediar afecciones de la garganta, particularmente el día de su fiesta el 3 de febrero, bendiciendo caramelos de malvavisco y cordones de San Blas.
El día de San Blas se venden cordones de algodón de diferentes colores que, una vez bendecidos, aseguran al que lo lleva en el cuello que no enfermará de un catarro. El cordón hay que quemarlo 9 días después (o el Miércoles de Ceniza, según la costumbre de cada zona). La bendición conseguirá también potenciar el efecto beneficioso de los caramelos de malvavisco, pero es necesario quemar el papel después. Los caramelos de malvavisco de la confitería Santiaguito, junto a la catedral de Bilbao, están documentados desde el siglo XVII.
3.- Características:
El malvavisco es una planta medicinal con efecto calmante que se emplea popularmente para aliviar las inflamaciones de garganta.
4.- Ingredientes:
Los caramelos se elaboran con agua, glucosa (antes con miel), azúcar y raíz de malvavisco.
5.- Ámbito de producción:
Los caramelos de malvavisco eran uno de los productos más habituales en las pequeñas industrias caseras confiteras, frecuentes aún en los pueblos más pequeños de Euskadi hasta la década de los cuarenta. Además de estos caramelos se elaboraba chocolate, bolados (azucarillos), pirulís, y en muchos casos velas y cirios para las iglesias locales, como podemos observar en el Museo de la confitería de Gorrotxategi en Tolosa.