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Salmón: El príncipe del río empieza a recuperar su reino

El salmón atlántico, el príncipe de los ríos, es una de las especies más apreciadas. Navega por el mar y vuelve al río de origen, guiado por el olfato. Si no lo pescan antes, claro. A pesar de que ahora es muy escaso en nuestras aguas, ha sido un pez muy común y abundante. Imagina, en las paredes de la cueva de Ekain nuestros antepasados del Paleolítico lo representaron entre las piezas de caza.

Según consta en la documentación de la época, en el siglo XVII se pescaban 1.500 ejemplares en el Bidasoa, incluso utilizando redes. En los ríos vascos fue una especie muy habitual. Los trabajadores de las ferrerías próximas a los ríos tenían estipulado en sus convenios laborales en el siglo XIX que sólo comerían salmón una vez a la semana, hartos de que fuera su principal alimento. En el último medio siglo, sin embargo, la población de salmón de los ríos vascos retrocedió considerablemente, debido sobre todo a la industrialización.

Ha desaparecido de todas las cuencas cantábricas excepto del Bidasoa, donde estuvo a punto, pero se tomaron medidas urgentes. En la década de 1980, el Gobierno de Navarra limitó su pesca y comenzó un proceso de recuperación al que se ha sumado en los últimos años la Diputación Foral de Gipuzkoa, que también ha liberando crías en los ríos Oria, Oiartzun y Urumea.

Con el mes de mayo comienza la temporada de pesca del salmón en el río que cruza Navarra y Gipuzkoa. La temporada de pesca se ha prolongará este año hasta la captura del ejemplar 51, y si no llega a esa cifra, el 31 de julio. Se establecen una serie de limitaciones, tanto para la pesca como para la venta de las piezas capturadas.

Desde el año 2000 se saca el “Lehenbiziko” y acaba en la cocina de un conocido restaurante si el pescador no decide volver al agua. Para comprar este primer ejemplar los restaurantes suelen hacer ofertas, ya que el salmón fresco, salvaje, es una pieza de lujo para los cocineros. Este año lo adquirió el restaurante Rekondo de San Sebastián por 1.600 €, pero algún año llegó a 1.800 €.

La mayor parte del salmón que se come en el País Vasco procede de Noruega. La creciente escasez de salmón local hace que su precio en el mercado sea muy alto. Las piezas, sin embargo, no son como las de siglos anteriores en cuanto a número, tamaño y peso: en 1906 pescaron uno de 19 kilos. Los “Lehenbiziko” de los últimos años rondaban los 8 kilos.

Los salmones son conocidos por su capacidad para volver después de irse del río al mar. Tras recorrer miles de kilómetros y pasar dos o tres años en el sur de Groenlandia, en las Islas Feroe, en los alrededores de la península del Labrador o a la altura de la costa noruega, vuelven a casa. Se les puede ver remontando el río en otoño, de vuelta a su lugar de origen. Gracias a la grasa que contiene su carne, pueden permanecer cerca de un año sin alimentarse, luchando contra la corriente y esforzándose por avanzar hasta el lugar de puesta.

La puesta se produce entre noviembre y diciembre en una zona de corriente que de suficiente oxígeno a los huevos pero no los arrastre. Terminado el proceso de reproducción, que dura varios días, el salmón se arrastra río abajo, muriendo en la mayoría de los casos antes de llegar al mar.

Es precisamente en esta época cuando se suele pescar esta apreciada especie. Su mejor momento es entre febrero y finales de abril, aunque el refrán dice que “Salmón de enero, al rey el primero”. Se come cocido, acompañado de mayonesa, vinagre o salsa tártara; también marinado en limón y luego asado a la parrilla.

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