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Miren Garmendia Zeberio

Secretaria general de la ‘Federación de Cofradías de Pescadores de Gipuzkoa’

Ordizia, 1965

La federación que gestiona lleva más de un siglo trabajando en la representación y mantenimiento del sector pesquero, así como ayudando a la sostenibilidad de esa actividad.

Finalizados sus estudios de secretaria de dirección en la Universidad de Navarra y pasar una estancia en Irlanda, le surgió la oportunidad de trabajar para la administración pública en Gasteiz. “Estuve ayudando al que era secretario general y, una vez que él se fue, me ofrecieron a mí realizar esa labor con el objetivo de buscar, en la medida de lo posible, que la vida de nuestros pescadores sea la más rentable posible”, explica la ordiziarra.  


Entre los avances realizados en estas últimos tres décadas, Garmendia destaca la mejora de la gestión para que los pescadores tuvieran un precio mínimo con la mayor pesca posible. La renovación de la flota pesquera fue otra de ellas, ya que las embarcaciones se encontraban muy anticuadas: “Hicimos un gran esfuerzo. Con ello se mejoraron las condiciones de trabajo y las tecnologías de los marineros”. 

Además de ello, se impusieron mayores cuotas a nivel europeo, lo que significaba una mayor rentabilidad. En el área de comercialización y calidad, se produjeron numerosas renovaciones, en cuanto a los servicios en las lonjas se refiere, para mantener la frescura del pescado. Y otro hecho importante para ella fue la retirada de las cajas de madera y la incorporación de las de plástico para múltiples usos.

Respecto a la parte del cupo, la dificultad radica en la cantidad que se puede capturar: “Hoy tenemos ahí el mayor conflicto, en el reparto y gestión de cuotas. Una vez dentro de la Unión Europea, se decidió cómo repartirlas, pero no estamos de acuerdo y nuestro objetivo es gestionar lo mejor y más rentable posible nuestra cuota. Cada partición debería ser en función de las inversiones que haya realizado y por derechos históricos. Tenemos informes que garantizan la sostenibilidad para la anchoa y el bonito, siempre y cuando la forma de gestionar la pesca sea la más adecuada, ya que la pesca de una especie puede suponer la muerte de otras y nosotros no estamos de acuerdo con trabajar así”, subraya.


En cuanto al consumo de pescado autóctono en hostelería se refiere, Garmendia dice haber “mucha confluencia”, además de “disparidad de criterios” sobre el conocimiento de cuál es el género de aquí. “Se produce mucho pescado en nuestros mercados y la gente no sabe cuál es el de temporada. Ante la ignorancia, yo defiendo la transparencia, y luego que cada uno compre el producto que quiera”, apunta.  


Entre los retos a futuro que se plantea esta secretaria general, uno de ellos es que el sector sea “atractivo” sobre todo para la juventud, por lo que, asimismo, siguen tratando de mejorar la calidad de vida de los pescadores. Para ello es fundamental que se sepa tanto en los colegios como en la sociedad; también, por supuesto, entre los padres y madres, en qué consiste el trabajo de los arrantzales, ya que la imagen actual es “muy pesimista”. Por tanto, el objetivo principal es cambiarlo.