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Antología de los tatuajes de la cocina vasca

La cocina es una profesión marcada por la vocación y la pasión, aunque sin duda no exenta de sacrificio. Lo atestiguan los tatuajes que decoran la piel de los cocineros y las cocineras vascas. Tenedores, cazuelas, mariscos y pescados, incluso pintxos en forma de Gilda o cocineros que se cuecen en su propio fuego al más puro estilo caníbal. La pasión por la gastronomía ha quedado reflejada de por vida en los cuerpos de muchos profesionales, quizá como metáfora de esa combinación de pasión y sacrificio. En este artículo hemos querido recoger algunas de esas obras realizadas sobre lienzos humanos, a modo de antología de los tatuajes de la cocina vasca. De momento van unos pocos, esperamos ir actualizando la lista.

JULEN BAZ (RESTAURANTE GARENA)

Uno de los jóvenes cocineros vascos prometedores del momento, del restaurante Garena situado en Dima (Bizkaia). En sus brazos luce diversos motivos que mezclan estilos como calaveras mexicanas, cefalópodos con chistera y más recientemente el símbolo de la Estrella Michelín con la que su restaurante ha sido distinguido. En sus nudillos una palabra que emula el típico tatuaje carcelario o de las bandas urbanas, pero que alterando el orden de las letras reza OÍDO en vez de ODIO. ¡Oído cocina!

NAGORE IRAZUEGI (ARIMA BASQUE GASTRONOMY)

Nagore Irazuegi es una de las embajadoras de la cocina vasca en Madrid, al frente del restaurante Arima junto con su pareja Rodrigo García. Allí han llevado la versión más canalla de nuestra gastronomía. Dice la leyenda, e insistimos en aquello de leyenda, que el mejor pescado se encuentra en Madrid. Besugos, lubinas, doradas… Pues bien: No sabemos cuánto hay de cierto en ello, lo que sí sabemos es que Nagore luce en su antebrazo una buena pieza adornada con flores y que a buen seguro en Arima se comen unos platos de pescado magníficos.

DANI LÓPEZ (RESTAURANTE KOKOTXA)

Dani López está al frente de la cocina del restaurante Kokotxa, en la calle Campanario, un rincón un tanto escondido de Donostia que atraviesa la calle Puerto por el cielo. En ocasiones, cuando acaban el servicio de cena, te puedes encontrar al equipo dándose un chapuzón nocturno en la pasarela del Náutico. Principalmente en verano, claro. Que hablamos del Cantábrico. Dani tiene varios tatuajes en sus brazos. Esos brazos que de vez en cuando usa para remar sobre una tabla en vez de agitar un puchero.

SERGIO ORTIZ DE ZÁRATE (RESTAURANTE ZARATE)

Capaz de cargarse a quien ose echarle tomate a la salsa vizcaína. Al menos metafóricamente hablando, pues es uno de los episodios que su alter ego protagonizará en el cómic de recetas que verá la luz próximamente, según confesó a Mantala en una de las cenas de Mahaia Kolektiboa. A un lado la raspa de un pescado (un motivo recurrente en los tatuajes que hoy nos ocupan) y al otro el fragmento de un poema de Gabriel Aresti que reza: «Nire aitaren etxea defendituko dut». O sea, «defenderé la casa de mi padre». Y añadiría, «mataré a quien eche tomate a la salsa vizcaína».

XABIER DÍEZ (XARMA COOK AND CULTURE)

No solo está metido en la cocina hasta el cuello. También se ha tatuado hasta las cejas. Literalmente, hasta el cuello y las cejas. Xabier Díez, junto con Aizpea Oihaneder, está al frente de Xarma Cook & Culture, un proyecto que empezó dando la brasa en la zona de Lorea y que ahora ofrece su alucinaje gastronómico en el barrio de Gros. Podría tatuarse un pimiento relleno (uno de sus platos estrella) pero lo cierto es que en su cuerpo luce tatuajes tribales, símbolos varios y alguna inscripción.

EDORTA LAMO (ARREA!)

Edorta Lamo es una galería de arte en carne y hueso. Una muestra ecléctica en lo que a estilos de tatuajes se refiere. Quien se declarara creyente de la Gilda como si de una religión se tratara, lleva una tatuada en su bíceps derecho. Pintxo icónico de la gastronomía vasca. En el izquierdo asoma Jerome Chef Mc Elroy​, el cocinero de la irreverente serie de animación South Park. Tenedores, cucharas, y un furtivo, el mismo que se pasea sigiloso por su nuevo restaurante Arrea! No falta el jabalí, imagen de su proyecto, que ríe a carcajadas quizá por no compartir antebrazo con el cazador furtivo de su brazo derecho.

PAUL ARRILLAGA (ZAZPI SAN TELMO)

Luce un bigotillo que le ha valido el apodo de Fredy Mercury por parte de su colega Roberto Ruiz, de Hika. Paul Arrillaga es uno de los cocineros más prometedores de los últimos años en la capital donostiarra. Ubicado ahora en el edificio del nuevo Museo San Telmo, a los pies del Monte Urgull, el estaurante Zazpi hace las delicias de todo aquel que se acerca a la Plaza Zuloaga con hambre, o simplemente ganas de comer. En su antebrazo, un chef se cocina a sí mismo al más puro estilo caníbal. Quizá una metáfora de lo difícil que es escapar de tu propia vocación.

JAVIER VADILLO (RESTAURANTE KROMATIKO)

Gaditano con un ojo puesto en Barbate y el otro en Getaria, pero afincado en Vitoria-Gasteiz. Kromatiko: Podría ser la descripción de su piel, pero es el nombre del restaurante que junto con un socio y dos socias Javier Vadillo abrió allá por julio de 2020, en plena pandemia. El tatuaje de un cuchillo simula atravesar la piel de su antebrazo. Otra vez, quizá símbolo del sadomasoquismo culinario que representa su profesión, y más en los tiempos que corren. Crustáceos, moluscos y otros seres marinos completan sus tatuajes. Los mismos bichos con los que elabora ceviches y tartares.

MAITE, NORA, DANI Y DIDAC (BAR LA GRESCA)

Los corazones de los miembros del equipo de La Gresca no bombean sangre. Están llenos de salsa. Son como txipirones que expulsan tinta. Dos pamplonicas (Maite Casimiro y Nora López), un santanderino (Daniel Chamorro) y un barcelonés (Didac Canudas) decidieron abrir en 2022 el Bar La Gresca de Donostia. Una historia de amor en la que el Basque Culinary Center hizo una vez más las veces de cupido. Su bandera es el respeto hacia el producto y la temporalidad. Su logo un corazón desde el que asoman botellas, colas de pescado, alcachofas, tenedores y tentáculos. El mismo que llevan tatuado en sus brazos. Todos, menos uno, que decidió que una gamba cerca del codo era suficiente.

Texto y fotos by Haritz Rodriguez

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